APRENDE A COMER SALUDABLE FUERA DE CASA

En Buenmercadoacasa nos hemos propuesto pasar un verano saludable, por eso hoy venimos con la segunda entrega de trucos para aprender a comer saludable fuera de casa y que nuestra dieta equilibrada y nuestra salud no se vean afectadas por el verano, sin necesidad de renunciar a salir de cañas con familiares y amigos.

Recuerda que con pequeños gestos puedes conseguir mucho. En verano, al igual que en cualquier época del año, es buena idea tener en cuenta que verduras como tomates, berenjenas, alcachofas, espinacas, pepino, espárragos, brócoli, zanahorias o apio son especialmente beneficiosos en una dieta sana y en clave detox (y en general, aunque simplemente estemos tratando de “cuidarnos” sin seguir unas pautas concretas), así como la piña, el kiwi, las ciruelas, la sandía y el melón o los melocotones en cuestión de frutas. Platos como purés, sopas frías, verduras hervidas, al vapor, a la plancha o en cremas son ideales para incluirlas en tu nueva dieta de forma creativa y sin renunciar al sabor.

Dales prioridad en casa y en tus comidas fuera, siempre que puedas. Y ahora sí, vamos con una nueva entrega de consejos.

Sé el primero en pedir la comida

¿Cuántas veces has salido a comer fuera de casa con la idea de pedirte una ensalada y has acabado pidiendo el mismo plato de otra persona (mucho más calórico) porque al escucharlo, no te has podido controlar? Las elecciones de comida de otras personas pueden influir en nuestras decisiones sin que realmente nos demos cuenta. En situaciones sociales – y la comida no deja de ser una de ellas – tendemos a imitarnos mutuamente inconscientemente. Así las cosas, las opciones del menú que elegimos y las conductas alimentarias pueden verse muy influenciadas por las elecciones de otras personas de la mesa. Si está comiendo en grupo y escuchas lo que les apetece a los demás, es posible que acabes pidiendo algo que no se ajusta a tu plan de alimentación saludable. Para evitarlo, sé el primero en decidir… y en pedirlo.

Pide dos entrantes en vez de un segundo

Otro truco para tomar alimentos más ligeros es pedir dos entrantes en lugar de optar por un segundo. Generalmente, los entrantes se componen de ensaladas, sopas frías, pasta y opciones con raciones menos voluminosas y con ingredientes y preparaciones menos calóricos que los segundos. Si no hay opción de entrantes y segundos, pide dos aperitivos en lugar de un plato principal. La clave está en evitar las preparaciones más calóricas, los excesos de salsas y los fritos, así como las raciones muy grandes.

Aprende a comer más despacio y a masticar bien

Masticar bien la comida y comer más despacio puede ayudarte a comer menos, además de a digerir mejor (cosa que tu estómago te agradecerá) y a sentir antes esa sensación de saciedad que nos ayuda a comer menos. ¿Cómo se hace? Sencillo: Cuando estés comiendo, intenta contar un número mínimo de treinta masticaciones por bocado para evitar comer demasiado rápido. Dejar los cubiertos en el plato entre los bocados también es una buena manera de reducir la velocidad y dar un poco de tiempo a tu organismo para que aparezcan las señales de saciedad. Además, recuerda que comer es un acto social y que cuando sales a comer fuera con amigos o familiares, puedes centrarte más en la conversación que en comer rápido. Distrae tu antención de los platos y disfruta de todo lo demás, para dar prioridad a los tuyos y para evitar comer más de la cuenta.

Evita el postre: pasa directamente al café

Otro de los trucos sencillos es pasar directamente al café tras los segundos, evitando el postre (a menos que sea fruta, gelatina casera u otras opciones saludables y poco calórica). No se trata de que no tomes postre nunca, sino de tomarlo solo de vez en cuando, si sales muy habitualmente a comer fuera. También puedes optar por compartirlo: de este modo, solo tomarás la mitad de la porción. En cualquier caso, pasar al café le ahorra a tu organismo una buena cantidad de azúcar extra y te proporciona los beneficios del café.

¿Buffet libre? Aprende a comer solo lo necesario

Si te gusta comer y te cuesta controlar las cantidades, un buffet libre puede suponer todo un desafío. Lo mejor es evitarlos en la medida de lo posible pero, si no puedes hacerlo, allá van algunos trucos: usa un plato de postre, para que las raciones sean más pequeñas; pasa una única vez por cada zona del buffet (y no hagas trampa pidiéndole a alguien que te traiga algo más); apúntate al truco del plato único y llena tu plato solo una vez; toma una sola porción de cada cosa (de modo que si algunas son muy calóricas, minimizarás el efecto); llena la mitad de tu plato con ensalada y verduras, de manera que la comida calórica ocupe solo la otra mitad.

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Y tú ¿sueles comer fuera de casa en verano? ¿Notas que tu dieta y tus hábitos cambian sustancialmente? ¿Cómo lo haces para tratar de equilibrar tu dieta a pesar del verano y las salidas más frecuentes? Cuéntanos.

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