El calor, la humedad, el ritmo de vida diferente y otros factores relacionados con el verano y las vacaciones provocan cambios en el apetito de los más pequeños de la casa que es necesario atajar y, sobre todo, corregir, en aras de que también en los meses de verano mantengan una alimentación sana y equilibrada con la que tengan cubiertas todas sus necesidades.
Hoy te traemos 6 consejos para que te vayas planificando y puedas alimentar bien a tu bebé en verano, sin que el calor haga estragos en sus hábitos nutricionales. Vamos a verlos.
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Dale de comer menos pero más veces: los bebés muy pequeños comen cuando tienen hambre, pero el calor también puede afectarles y hacer que pierdan el apetito. Un buen truco para mantener al pequeño bien alimentado es hacer tomas más pequeñas pero más seguidas, de modo que estén bien repartidas a lo largo de todo el día.
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Di sí a los zumos de fruta (caseros): los zumos de fruta son una buena opción de hidratación para los peques de la casa y además aportan gran cantidad de nutrientes esenciales. A pesar de que existen en el mercado zumos para bebés, lo ideal es que los prepares tú, de modo que empieza a darle uso a tu licuadora.
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Primero el zumo, luego la fruta: la OMS recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y consulta con tu pediatra el mejor momento para incluir zumos (siempre sin azúcar añadido) y fruta en su dieta. Es preferible que primero tome la fruta en zumo y luego la vayas incorporando a las papillas. ¿Las mejores para empezar? Naranjas, manzanas y peras. ¡Ah! Y un truquillo: prepara zumos de una sola fruta. Deja los multifrutas hasta que su aparato digestivo se haya acostumbrado a procesarlas una a una.
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¿De postre? Un puré de fruta natural: los purés de fruta elaborados en casa también ayudan a mantener una nutrición correcta en bebés y niños pequeños durante los meses de calor. Si los preparas en el momento, mejor que mejor de cara a conservar el mayor número de vitaminas y nutrientes. Cuanto más madura sea la fruta, más vitaminas aportará. Y además, las de temporada son siempre más adecuadas. Si tu hijo ya toma alimentos sólidos, dale la fruta en trozos (puede estar un poco fresca).
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Más verduras y hortalizas, por favor: a partir de los seis meses, los pediatras suelen recomendar que verduras y hortalizas formen parte de la alimentación de los bebés. En verano es mucho más importante que en el resto del año, de modo que procura que el puerro, la zanahoria, las espinacas, las judías verdes o la cebolla no falten en tus papillas.
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El agua, siempre a mano: procura que esté a temperatura ambiente para que no le duela la tripa ni la garganta. Asegúrate de que bebe la suficiente, sobre todo si sales con el peque a la calle o lo llevas a la playa. En este último caso, que beba abundante agua es fundamental.
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Y tú ¿qué haces para que el calor del verano afecte menos a tus hijos? ¿Tienes algún truco que quieras compartir con nosotros?
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