Más horas de sol, mucho calor, probablemente menos horas de sueño, playa, vacaciones, amigos nuevos, actividades de refuerzo (o estudiar si las notas no han sido todo lo buenas que deberían), juegos durante la mayor parte del día… El verano es una época de profundo desgaste para los más pequeños de la casa, tanto por los efectos que el calor tiene en ellos como por el cambio de rutinas y el aumento de actividades nuevas (la mayoría de ellas físicas) que se da en su día a día.

Esto, en los niños a partir de cuatro años, de puede traducir en irritabilidad (especialmente a causa de la falta de sueño), falta de apetito e insomnio y, todo ello combinado puede desembocar en una sensación de cansancio en nuestros pequeños que se deba a la falta de energía o a que no están llevando una rutina correcta de hidratación.

Recuerda que durante las horas de más calor es muy importante que los niños (sobre todo los más pequeños) no estén expuestos directamente al sol, así como que se hidraten bien. Procura que beban agua muchas veces al día y en una cantidad no inferior a dos litros, echa las cortinas de la casa y cierra las ventanas en las horas centrales del día y ten siempre a mano zumos de fruta frescos (preferiblemente naturales) para que, además de hidratarse, tengan un aporte correcto de vitaminas que les ayuden a hacer frente a los nuevos retos y emociones que traen los días de verano.

Junto con el agua y los zumos que mencionábamos antes, la alimentación que lleven los niños en verano es determinante a la hora de protegerles adecuadamente de los efectos del calor y, sobre todo, del cansancio que conlleva todos los momentos nuevos que están viviendo. Si quieres que conserven la energía adecuadamente, recuerda que, en verano:

  • Es bueno mantener la misma rutina y horario de comidas: aunque sea difícil conseguirlo, procura que, en la medida de lo posible, sea el mismo que en los meses de colegio (especialmente cuando salgáis fuera de casa). De este modo los niños tendrán una referencia de la hora de la comida, incluso aunque no tengan apetito.
  • Mantén el tipo de comidas sin renunciar a las nuevas: el verano es una buena época para darles a probar nuevos sabores y comidas más frescas y que incluyan más frutas y verduras. No se trata de que todo lo que coman sea nuevo (ya que necesitan, de nuevo, tener una referencia para alimentarse de manera normal), pero sí de que disfruten también de sabores como el del melón, la sandía, los melocotones o la carne a la brasa (dependiendo de la edad del niño, claro).
  • Dales más tiempo para comer: recuerda que el calor suele hacer estragos en el apetito de los niños, de modo que urgirles mucho para que coman rápidamente es contraproducente. Si le has puesto un plato de filetes de pollo con algunas verduras, deja que vaya saboreando cada bocado y no te enfades si no se lo termina todo. Motívale para que, la próxima vez, sí se lo quiera comer.
  • Haz de la hora de comer un momento especial: juega con los niños, si es posible déjales que te ayuden a cocinar o a poner la mesa, hazles partícipes de cada paso relacionado con la comida o la cena y presenta la comida en los platos de manera que se la quieran comer. O, al menos, probarla.
  • Echa mano de snacks saludables: unos garbanzos tostados por ti en casa, unos mini bocadillos de queso fresco y alguna verdura o patatas chips pero preparadas por ti para que sean sanas y bajas en grasas pueden ayudarte a que se les abra el apetito mejor. No desesperes.
  • Alarga la sobremesa: es una buena forma de que tus hijos se terminen todo lo que hay en el plato mientras la familia disfruta un rato junta, sin prisas.

Una buena siesta o un descanso correcto por la noche (en la medida de lo posible) también ayudará a que tus hijos coman mejor. Pero si aún así quieres que conserven la energía durante todo el día, estas tres meriendas les ayudarán. Apunta:

1. Sandwich de plátano y Nocilla: unta un poco de Nocilla, Nutella o la marca de chocolate para untar que toméis en casa en unas rebanadas de pan de molde (preferiblemente integral). Corta los plátanos en rodajas finas y cubre la capa de chocolate con una de plátano. Acompaña el sandwich con un vaso de leche fresca.
2. Gelatina de frutas: si la preparas casera, es sencilla de hacer y será más saludable. Necesitarás cuatro sobres de gelatina sin sabor, un litro de zumo de manzana, unas cuantas fresas o frambuesas, arándanos y mandarinas, por ejemplo. Deshaz la gelatina en un vaso de zumo de manzana. Pon el resto del zumo en el microondas durante tres minutos, añádelo a la otra taza con la gelatina y mezcla todo hasta que se disuelva e integre. Lava y trocea la fruta y distribúyela en moldes individuales de flan (también puedes hacerlo en uno grande e ir cortando porciones). Vierte el zumo con la gelatina, déjalo enfriar y mételo al menos dos horas en la nevera tapando cada molde con papel film. Una merienda fresca y muy saludable.
3. Semáforos de fruta con queso fresco: pela una naranja, un kiwi y lava unas fresas o trocea un poco de sandía. Coge palitos pequeños de pincho moruno (de medio pincho) y monta tus semáforos de fruta poniendo en la base el taco de queso fresco y luego, kiwi, naranja y sandía o fresa. Déjalos en el frigo y dáselos frescos a tus hijos para merendar. Acompaña con zumo de melocotón y con unas galletas.

Y tú ¿cómo ayudas a tus hijos a mantener la energía en verano? ¿Qué rutinas de comidas sigues? ¿Te han parecido útiles nuestros consejos? ¿En qué consisten tus meriendas energéticas? Cuéntanos en los comentarios.

En Buenmercadoacasa, tu opinión es importante.

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